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Cómo hacer una autoevaluación del riesgo de caídas en un negocio de hostelería


Las caídas son uno de los accidentes más comunes entre los trabajadores de la hostelería. Los resbalones entrañan un grave peligro en sí mismos, ya que pueden ocasionar contusiones, esguinces, fracturas o traumatismos craneoencefálicos. Como sabes, cuando se trabaja en un establecimiento hostelero, en el que se manipulan elementos punzantes o líquidos extremadamente calientes, las consecuencias de perder el equilibrio son mayores, ya que se pueden sufrir quemaduras, intoxicaciones, cortes y heridas de todo tipo.   

La Ley 31/1995, de 8 de noviembre, de Prevención de Riesgos Laborales (PRL) obliga a las empresas a cuidar de la salud de su plantilla mediante, entre otras medidas, la realización de tareas de mantenimiento que minimicen la posibilidad de sufrir estos percances. Para evitar los resbalones y las caídas, debe prestar especial atención a:

  • la iluminación de las áreas de trabajo y las zonas de paso;
  • el orden en las instalaciones;
  • los desperfectos que se produzcan en el local, especialmente en el suelo;
  • la higiene postural de los trabajadores mientras desempeñan sus tareas; 
  • garantizar la formación adecuada de todos los empleados;
  • las necesidades de equipos de protección individual de cada trabajador.

 

Para cumplir la ley vigente, conviene que tenga conocimiento de cómo hacer una autoevaluación del riesgo de caídas que tienen los empleados para no depender únicamente del análisis periódico de los expertos en PRL. No en vano son sus trabajadores los que mejor conocen sus desempeños, movimientos, debilidades y dificultades a la hora de realizar sus tareas. Para que la valoración sea lo más eficaz posible, se recomienda elaborar un listado y comprobar cada uno de los puntos de forma regular.

5 aspectos clave para la autoevaluación del riesgo de caídas en hostelería

Esta relación de supuestos es adecuada para todo tipo de empresas de hostelería, aunque es conveniente que la adapte a su situación particular y que la actualice cada cierto tiempo. De este modo, evitará que quede obsoleta o que no verifique aspectos relevantes del desempeño de sus trabajadores.

1. Cumplimiento de la normativa

Seguir la norma es fundamental en la prevención de riesgos laborales, ya que no solo ayuda a proteger la salud de los trabajadores, si no que también evita las sanciones de cuantías económicas elevadas. Las medidas que deben tomar los empresarios en materia de PRL se rigen por los siguientes principios:

  • evitar los riesgos;
  • evaluar los riesgos inevitables;
  • abordar los riesgos desde su origen;
  • adaptar el trabajo a la persona para reducir posibles efectos negativos para su salud;
  • tener en cuenta la evolución de la técnica;
  • sustituir, en la medida de lo posible, las acciones o los elementos peligrosos por otros que no entrañen peligro;
  • contar con una planificación coherente de la prevención;
  • adoptar medidas que antepongan la protección colectiva a la individual;
  • formar e informar debidamente a los trabajadores.

2. Identificación de los riesgos de caídas

Conocer dónde se encuentra el peligro permite tomar medidas eficaces para evitar las caídas. Para ello, debe:

  • identificar los puestos con mayor riesgo de caídas,
  • señalizar las zonas de peligro,
  • vigilar en mayor medida el desempeño en estos lugares,
  • informar a los empleados de los riesgos y formarlos para que estén alerta y adapten su forma de trabajar a las necesidades del puesto.

3. Formación del personal en materia de caídas

Una vez que se conocen los puestos con mayor riesgo y se han tomado las medidas necesarias para minimizarlos, es imprescindible ofrecer una formación adecuada a los trabajadores que ocupen los puestos con más exposición a las caídas. Estos miembros de la plantilla deben saber:

  • los peligros a los que se enfrentan y las medidas preventivas que pueden tomar, 
  • los equipos de protección individual (EPI) que tienen a su disposición,
  • la forma de reaccionar ante una emergencia,
  • las medidas que tomar en el día a día para evitar los resbalones y las pérdidas de equilibrio.

4. Estado y mantenimiento de las zonas de riesgo

Los responsables del establecimiento hostelero tienen la obligación de conocer el estado de las instalaciones, especialmente de aquellas zonas con mayor riesgo de caídas. Para ello, es preciso que revise su situación periódicamente con el fin de acometer a la mayor brevedad posible las tareas de mantenimiento necesarias para que el local ofrezca las garantías de seguridad en todo momento.

5. Uso de EPI para prevenir las caídas

Los equipos de protección individual son el último recurso para proteger a los trabajadores y se utilizan únicamente cuando no se puede garantizar la seguridad laboral al 100 %.

En hostelería, para reducir el riesgo de caídas, el EPI más útil y efectivo es el calzado, que debe cumplir con estos requisitos:

  • ser cómodo,
  • tener suelas antideslizantes,
  • contar con un diseño ergonómico que facilite los movimientos.


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